Hace años que la conozco, muchos. Ya era la esteticista de referencia en solucionar casos de acné, hacía unas limpiezas de cutis, con sus propias manos, impresionantes. Hoy, más de 30 años de profesión a sus espaldas, sigue siendo la mejor (sí, por qué no decirlo) en oxigenaciones faciales. Por supuesto no lo digo de oídas, hace apenas unas semanas volví a disfrutar de su método, que ya ha creado escuela. Hablamos con Cristina Galmiche.
“Me gusta la belleza y la estética desde que tengo uso de razón”
Su juego favorito era ‘hacer potingues’ para sus amigas y vecinas cuando era una niña, pero decidió hacerlo su profesión cuando vio que el problema de acné adolescente que padecía no era fácil de solucionar en aquellos tiempos “el mercado no ofrecía soluciones y lo pasé muy mal. Ahí tuve claro que quería ayudar a mejorar la piel y el bienestar psicológico de las personas”. Porque está convencida de que “Cuidarnos es fundamental, no sólo por una cuestión de imagen, sino también porque conseguimos cultivar nuestro bienestar psíquico y emocional”.
Cuando empezó a ver lo que conseguía en cabina gracias al compromiso, la perseverancia y los aliados cosméticos y estéticos adecuados, experimentó un flechazo irremediable con su profesión. “Apuesto por un tipo de cuidado progresivo, sostenible y respetuoso de la piel desde mis inicios. Ahora oímos mucho eso de ‘slow beauty’, yo lo llevo defendiendo desde que empecé”.
“Mi primer centro fue el de Alcalá de Henares pero quería crecer. Así que me lancé y abrí un segundo centro en Madrid. Ahora tengo otro local mucho más ambicioso, también en la capital, que además funciona –cuando la pandemia lo permite- como escuela de formación que prepara a esteticistas experimentadas para tratar toda clase de problemas a través de mi método, contando siempre con el apoyo de mi línea cosmética”.
Una línea cosmética que es toda una filosofía de cuidado
“Es un tratamiento para casa, pero tiene que ir siempre acompañada de una terapia profesional que incluye diagnóstico, protocolo a medida en cabina y seguimiento riguroso. Se trata de una línea testada siempre en cabina y que se ha desarrollado muy estrechamente entre un laboratorio especializado y una esteticista experimentada. Lo que compra el cliente es toda una filosofía de cuidado”.
La ausencia de firmas profesionales especializadas en pieles conflictivas fue lo que le impulsó a crearla. Es un cuidado muy completo que además se amplía con sueros específicos, pero que también puede complementarse con otro tipo de cosméticos, “porque es una formulación que no satura el rostro de activos”.
La solución, real, a muchas pieles acnéicas
“He conseguido grandes logros en muchas pieles con acné y otros problemas cutáneos a lo largo de mis más de 30 años de profesión. Todos los días me encuentro a clientes que me muestran su cariño y una sonrisa, y que incluso ahora me traen a sus hijas e hijos adolescentes para que los ayude. Es un orgullo. He posicionado la oxigenación con credenciales como un must de belleza que nunca habría que abandonar”.
Su ritual aporta un cuidado respetuoso con el pH, regenera y nutre la piel de forma constante. “Utilizo siempre activos naturales. Creo que el ADN de cualquier piel bonita es que respire y esté limpia. Lo que yo ofrezco es muy especial, desde el desmaquillado al drenaje poro a poro de las imperfecciones, pasando por la cosmética que se selecciona para cada persona. Es un trabajo artesanal, delicado y sorprendentemente efectivo. A veces el tratamiento más ‘sencillo’ hecho con maestría, es el más espectacular”.
Cristina Galmiche es esa profesional a la que confiar la piel porque transmite honestidad y muchos años de experiencia. Es una especie de ‘Mami’ beauty que guía dentro y fuera de cabina. “Me gusta trabajar con gente y jamás ‘vendería’ algo que no fuera bueno o no ofreciera resultados”. Se define como una mujer muy trabajadora, perfeccionista y tremendamente curiosa, “me encanta aprender”.
Un gran equipo
Por supuesto, hoy ya no trabaja sola, de ahí la necesidad de crear escuela. “Hubo una época en que tuve que hipotecar mucho tiempo, que le restaba a mi vida personal. Pero ahora cuento con un equipo en el que confío plenamente, por lo que delegar me resulta mucho más fácil. Mis esteticistas nunca paran de actualizarse y seguir formándose. Siempre preparo personalmente a todas las personas que se incorporan, de hecho hay ciertas cosas -como las extracciones- que nadie hace en mi centro sin haber pasado una formación muy extensa. A veces se prolonga hasta dos años, pero creo que esto es uno de los pilares de mi éxito”.
Pero ella sigue supervisando “al menos la primera vez, todas las pieles que acuden a Cristina Galmiche; y no sólo eso, el diagnóstico, seguimiento y pautas del protocolo los voy ajustando a medida que la piel va evolucionando. Me gusta ver a cada persona antes, durante y después del tratamiento que pauto, eso da una imagen de excelencia que me parece fundamental».
La estética no tiene por qué ser un lujo

Foto: Kike Miranda
Se vanagloria de que su público es muy heterogéneo. “Pero depende de las prioridades de cada uno; hay gente que prefiere invertir en una televisión o un coche, y otras para las que una piel bien cuidada es fundamental. La belleza no es un bien de primera necesidad, como la comida o la vivienda, pero la piel es un órgano que puede generar muchas enfermedades si no se cuida y protege”.
En su centro también hay espacio para la medicina estética, “creo que funciona fenomenal como disciplina complementaria, un tándem perfecto con los tratamientos manuales”.
Y es que hoy la estética y la belleza no es algo menor, la esteticista, sobre todo si es alguien como Cristina, se ha convertido en una figura relevante, con una capacidad de influencia y prescripción increíble.
La cultura del cuidado profesional ha avanzado muchísimo y las personas se han convertido en consumidores exigentes que tienen como prioridad mantener la piel del rostro jugosa, limpia y luminosa, junto con la contención de los efectos del envejecimiento en el caso de clientes más maduros. “Pero además, la gente demanda mucho su espacio de cabina para desconectar y disfrutar de un momento de mimo; hoy, el centro de estética se convierte en ese refugio que además nos embellece”.

Con Cristina Galmiche. En mi última visita a su centro.
Cuidado integral
Aunque se distinga como facialista, sus corporales son igual de exigentes y efectivos, incluyendo su ritual para embarazadas, Mamá Confort. “Es totalmente manual y muy sensorial y con él ayudamos a muchas mujeres a disfrutar de una maternidad más plena. Lo combinamos con reflexología podal y cosmética natural. Todas se van encantadas”.
Y es normal, así salí yo también de su centro, encantada de volver a ponerme en manos de la que en 2019 recibiera en premio Salón Look Ifema a la mejor esteticista.
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